jueves, 18 de marzo de 2010

DONDE ESTÁ DIOS 1

Uno se pregunta:


¿Dónde ~

está Dios?

Consciencia ascendente

r ¿Dónde está Dios? s

¿Tan escondido se encuentra que la mayor parte de eminentes científicos, aun sabiendo que está, no aciertan a ver dónde? ¿O acaso es más evidente que el propio acto de buscar y por eso no se le encuentra?

ï ð¿En dónde está la consciencia?
¿Qué mente es la que piensa y se piensa a sí misma?
íî¿De qué lugar geográfico emana la observación de la Realidad?
¿Desde qué espacios se decide? ¿Cuáles son los emplazamientos reales de la inteligencia y cómo funcionan genuinamente?

¿Cuáles son las interconexiones que partiendo de una Unidad no cesan de retroalimentarse en ella, conformando escalonadamente una realidad en la materia y el Universo, sujetas siempre a unas coordenadas inducidas espacio – tiempo?

¿Emanan de un lugar, se desarrollan en otro, y se unifican en otro?,

¿Son esos diferentes otros, “alternativos” y ensamblados estados de la UNIDAD FUNCIONAL?

En las respuestas reside lo más prioritario a lo que el humano tendría que dedicar su tiempo y ocupación, antes de cualquier otro menester; porque ahora sí que existen firmes indicios de naturaleza científica (válida y fiable) para contestarlas de manera adecuada. Es cierto que se va a requerir un responsable desarrollo de una amplia gama de recursos metodológicos para ir, paso a paso, consiguiendo resultados, pero merece la pena. Tanto la merece que sin conseguir esa imprescindible base, nada de lo que haga, cree o invente, podrá tener solución de continuidad en sus futuros. Es la pregunta de siempre que aún nos resta por responder adecuadamente.

¿Dónde estoy yo?


Ese “dónde” precisa una respuesta más adecuada a la que hoy provisional y espantadizamente se le suele dar. Ese “donde” no solo requiere veracidad, sino también ausencia de condicionantes (dogmas, paradigmas, filosofías o suposiciones ancestrales). Ha de ser un donde de conexiones, sobre todo con UNO mismo, y con la máxima amplitud de conocimientos a disposición de la mente humana, ya que hoy existen un buen número de ellos expectantes y sin apenas utilizarlos para otra cosa que viajar al espacio, hacer enormes avances de la tecnología y de la telemática. Tan fascinante como útil. Pero ¿acaso no estamos huyendo de aplicar esos mismos conocimientos a la concreción de la propia consciencia, a ser capaces de utilizarlos para contestar, como mínimo, estas preguntas, y otras que pudiesen darse en consecuencia?

¿Dónde estoy yo, en orden a mi propia realidad de consciencia, en qué lugar o lugares de mi cuerpo me pienso, me observo, me decido, me concreto? ¿Desde dónde elijo? ¿De qué lugar procede cada una de las innumerables probabilidades que me inducen a la acción? ¿En qué conexiones se retroalimenta para dilucidar cada determinación posterior?


Este trabajo dista mucho del realizado en el campo de la neurofisiología, donde el titán del siglo XXI, y su mente científica da por asombrarnos cada día con sus enormes hallazgos que nos animan a interesarnos al detalle. El neurofisiólogo, junto con el físico, astrobiólogo o informático, de la mano de la honestidad día a día nos sorprenden con nuevas claves para entender mejor y entendernos más en profundidad inteligente.

Este trabajo es más humilde y más sencillo, pero no es fruto de devaneos sino de conjuntar y aunar ciencia con experiencia humana.

Examinar a la mayor profundidad posible lo que tiempo atrás pudiera haberse dado como un enigma, hoy pueda ser presentado como una realidad más asequible a todo el que ulteriormente decida profundizar en esta EXPOSICIÓN TEÓRICO PRÁCTICA.

Observo que lo subjetivo es precisamente aquello que hace válida la experiencia humana individual. Sin lo subjetivo no habría ni vida ni evolución, por eso este trabajo está destinado a hombres y mujeres, no a experimentos.

También es cierto que lo objetivo es la válida y fiable herramienta que nos hace posible la salida a suposiciones, antojos y pareceres, cuando en ciencia hemos de recoger la unicidad que nos saque de la dispersión especulativa.

Y puede que los problemas de las gentes que en este planeta en realidad se resuelvan, sencillamente, organizando, cada cual el mundo en nuestra propia cabeza.

Por otra parte no pretendo hacer del todo fácil la lectura del texto, para su comprensión, así que la impresión que pueda dar de desparejo en la exposición de ideas, no pretenden sino invitar siempre a la libre asociación desde la propia “historia situacional de la consciencia” en cada indivíduo. O sea, respetando el peculiar dinamismo de cada mente que lo lea, y a su propio entendimiento por muy paradójica que pudiera resultar dicha lectura.

Por ello, es mi autoexigencia hacer una exposición no lineal, para estimular el entendimiento, por encima de la comprensión, lo que nos llevaría a la captación de realidades contiguas y dispares.

En segundo lugar, pretendo incitar a la creatividad inducida, para comunicar más allá de los límites o como mucho, en tierras de nadie, con objeto de que cada cual se defina en base a su librepensamiento.

Replantearse las cuestiones, las veces que cada cual necesite, será la solución para aquellos que encuentren aspectos de confusión derivadas de su primera lectura.

En tercer lugar, busco que cada individualidad cree su propia realidad, conectando con aquello que considere oportuno para no ser conducido a terreno alguno que no desee, decida o pretenda.

En resumen, no intento guiar ni convencer a nadie de nada, solo mostrar una realidad conectiva y confluyente desde sí misma y en sí misma. Solo exponer.

Sin esta invitación al salto de consciencia personal, el propósito de este trabajo estaría muy mermado, porque, aunque objetivamente me haya ajustado, en todo, a su validación científica y objetividad de base, la naturaleza trascendente del tema lo requiere, y esto es muy importante. Por eso, reitero, la mente no ha de quedar atrapada en disposición alguna que aprese o secuestre el ámbito individual, donde haya de ser ejercida toda experiencia. Así, a cada lector lo considero un coautor desde su propio criterio, y espero de él/ella, esas adaptaciones necesarias “a sí”, lo que sinceramente ya agradezco de antemano. No invito a la autocomplacencia sino al respeto que cada cual merece. El argumento contextual se sitúa soslayando un fenómeno de analogías con la realidad esencial común, donde cada cual tendrá algo que decir, añadir, quitar o corregir, y no por conveniencias sino por convicción, lo que sería motivo de mi más amplia satisfacción.


La consciencia funciona como una sola realidad pluridiseminada en incontables realidades que al unísono la estructuran y cuyo éxito conjunto radica en una perfecta INTERCONEXIÓN de las mismas. Cada campo inteligente se encuentra entrelazado entre específicas identidades que enriquecen notablemente el producto final consciente.

Un cerebro es mucho más que un órgano funcionando en alta especialización, una célula es más que un componente vital de ensamblaje de la biología. Quiero decir que la célula es inteligente, es consciente, desde el principio lo es, y no va a perder su rango porque lo sofisticado lo ensombrezca. Solo el descuidado es el que parece que lo olvida.

De la misma manera que el cerebro necesita unas manos que ejecuten, unos órganos de los sentidos que capten para él, y otros que lo nutran, sostengan, inerven, aunque sea él quien dirija, la consciencia que lo habilita también se sirve de diferentes campos. Campos jerárquicos en perfecto ensamblaje, y precisa localización.

Sería como un cerebro con muchos otros primarios, sin dejar de mantener una función perfectamente unificada. Una estructura más reforzada cuanto más consistentes son esos campos auxiliares de consciencia. En principio algo así como un cerebro con diferentes realidades perfectamente unificadas. En principio pongamos que un cerebro de siete realidades.

UNO

EL CEREBRO DE LAS SIETE REALIDADES

Cerebro con un único centro solar, y siete rayos principales de conectivo pensar – sentir – actuar, donde geográficamente cada campo de microtúbulo tiene una peculiaridad esencial, claramente diferenciada del resto, y cual ocurre en el arco reflejo, tienen una autonomía biológica. Unidades inteligentes que solo dirigen su observación a un resultado final, en un orden de campo más elevado. Su intervención es tan estructural como básica, cual ladrillo inteligente de edificación.

Tales estructuras dan lugar a conjuntar otras aún mayores, mas sin perder su identidad. Campos de experiencias arracimadas en escrupulosa escala jerárquica funcional, donde se sintetizan resultados, y donde la más compleja sirve a la más sencilla.

Sinteticemos en siete estructuras, y así ser fieles a la tradición consciente, en orden a un enfoque de milenios que hasta hoy sorprendentemente se mantiene, y por tanto, se habría de respetarse debido a una decisión ancestral del colectivo humano mantenida en coherencias a través de miles de años, y qué menos que en estos momentos de avance científico en todos los órdenes, merecerse un contraste o corroboración según ese estado del conocimiento actual.

Si no tiene sentido, es lógico cuestionarlo y /o descartarlo como argumentativo sin más, pero si lo tiene entonces es vergonzante dejación directamente infligida por quienes tienen responsabilidad y no la ejercen. De la cobardía al servilismo a instituciones y religiones de manipulación masiva. Cada nivel de esos siete obedecería a una determinada vibración.


Sería como si cada uno de esos abreviados siete campos que sintetizan los demás, dispusiese de unos grados de libertad de prerrogativa funcional, en base a esa diferenciación de micro consciencia biológica, traducida a estados vibratorios. Así, todas las innumerables vacuidades micro tubulares que aloja, gozan por ley básica, de una identidad propia inteligente.

La inteligencia dista mucho de estar aleatoriamente diseminada; la casualidad cual lo entendemos no se parece en nada a la determinación inteligente de lo que al parecer está todo dotado. La inteligencia se nos muestra a cualquier observación como profusamente extendida y ordenadamente en un constante proceso expansivo. La neuroplasticidad es auto función biológica clave de nuestra capacidad inteligente, que se origina un cercano entramado con exuberante capacidad de crear conexiones nuevas en una actividad pro – evolutiva sin límites. La inteligencia perfectamente auto vinculada.

Siete valencias físicas que son cimiento articulado en el único pilar del templo de nuestra estructura corporal; allí, perfectamente niveladas y vinculadas, se encuentran nutriendo la totalidad de savia energética consciente.

Siete resumidas realidades de la consciencia, que dan a irradiar desde su influencia inteligente, expansiones en impulsos de singularidad de un campo de acción única pero latente, en ordenados ámbitos subyacentes en base a jerarquías de conexión (jerarquía del espectro electromagnético)


Antes o después todos han de asumir que el tejido biológico, se encuentra
SIEMPRE sustenta por un tejido psicológico o de consciencia, y este, a su vez por una red de interconexión inteligente, a la par activa, y también concretamente inserta en la “totalidad” de UNO mismo. A partir de aquí, hablaríamos de conexión universal de la consciencia, siempre que tengamos claro que papel juegan y cuál es la identidad de tales individualidades conectivas, que a su vez es de lo más cierto que conforman una Unidad de mayor rango consciente, que observa unidades menores (o en crecimiento), y estas a su vez otras. Ahora bien, se ha de tener muy claro que en cada una de ellas, no solo radica la esencia (por emanación) de donde procede y se sustenta, sino que POSEE CONSCIENCIA E INTELIGENCIA y hasta libertad, en los grados que la Ley Universal contemple como apropiados a tal nivel.

Así es el Universo, aquí no caben pareceres, solo nos resta estudiarlo e ir enriqueciendo nuestro conocimiento con los hallazgos que en ciencia podamos ir logrando, en esta línea, otra confundiría, o sea constato que no cabe otra posibilidad que ir confirmando este conexo estado de la consciencia, válido para todo el Universo conocido.

¿Qué es lo que en verdad hoy conocemos como emplazamiento fiable de la consciencia?

Al día de hoy conocemos perfectamente que el microtúbulo es la base inteligente de la micro estructura, y que está divinamente conectado en niveles escalonados de asombrosa sofisticación, en irradiadas sub unidades de dirección expansivo – descendente, a la búsqueda de la tan valiosa experiencia, y en un latir inteligente (retroalimentación interactiva) de otra posterior dirección ascendente de recogida de datos, vía UNIDAD CENTRAL, que en el caso de ser humano sería el campo unificado de consciencia, en el valor directivo que habilita nuestro CEREBRO INDIVIDUAL a tal fin.

¿Dónde podemos medir y localizar la consciencia? ¿también “fuera” del cerebro?

En el funcionamiento del Universo, el “fuera” simplemente no existe, y el limitado conocimiento de la realidad, llegado un momento ajustado a evolución, un estado de la mente, hubo de suponerlo debido a la necesidad de intercambio con el medio, al ser precisa una orientación conductual de autoreferencia.

La consciencia entonces ya podemos comenzar a entenderla como un latir que genera realidades, una superposición de realidades conectivas de neuronas en nuestro cerebro, que de manera espontánea, cambian o se trasladan desde sus frecuencias de origen a las de afluencia intencional.
Integración – desintegración de funciones de onda que precisamente provoca la misma observación, y que todas provienen de un amplio abanico de posibilidades. La intencionalidad inteligente es ahora cuando se pone en marcha, las reduce a un solo valor puntual localizado, decisión tras decisión, siempre desde sí y de manera intrínseca (desde la misma consciencia).

Este pico latir de consciencia en la escala de Plank (10 elevado a – 33 centímetros, o sea diez billones de veces menor que un átomo de hidrógeno) tendría lugar centrada en unos diminutos MICROTÚBULOS huecos, con una estructura semejante a una paja, que hay dentro de cada célula, incluso en las neuronas, y que son más que andamiajes de la célula o citoesqueletos, como en principio se los observó.

Pasado un tiempo se comprobó que manifestaban una inteligencia extraordinaria y una capacidad de autoorganización en el procesado y comunicación de la información.
En el entramado de redes que forman los circuitos neuronales, el microtúbulo es básico, están por todas partes y lo organizan casi todo.

¿Es esta la ubicación de las unidades más básicas hoy conocidas de la consciencia?

De serlo entonces no solamente las encontraríamos en el cerebro, sino

EN TODO NUESTRO ORGANISMO AL COMPLETO.

Cada latir del microtúbulo (cuarenta veces por segundo) bien pudiésemos ya denominarlo como un “momento de consciencia”.

El momento de consciencia, ahora obedece a unas coordenadas espacio – temporales, que lo van a diferenciar de otras posibles unidades paramétricas con que relacionarlo, evidentemente en estados de consciencia posibles.

El cerebro u oficina de mando rector de esos momentos de consciencia desde la biología en evolución, estaría por un lado conectado a una autopista de información abrumadora, que no depende ni del tiempo ni del espacio (esos otros estados siempre conexos), y por otra, por propios caminos vecinales no menos abrumadores (de más conexiones que estrellas en la galaxia) que nutren su “aquí y ahora” vital.

La Consciencia es UNA, pero su funcionalidad es tan múltiple que abruma a toda mente humana que se disponga a observarla.

En esta mente que pretende alcanzar apropiados grados de inteligencia, la consciencia se presenta de maneras diversas, y para no dispersar aquí conceptos, podremos distinguirlas en dos sencillas manifestaciones: La Consciencia Genuina y la elaborada desde UNO (muchas veces falseada desde muchos: hordas). Toda consciencia se va ver falseada en tanto que utilice en su expresión estrategias de mentira, pues en ese preciso momento deja de “sintonizar” con la Consciencia Genuina, aunque el operador de esas realidades desconoce el fenómeno, pero sí que lo sufrirá. Y todas las excusas, subterfugios y evasivas que añadiese en la escaramuza, sería aún más peso a añadir para su saco de irrealidades elaboradas.

Uno.

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