lunes, 15 de marzo de 2010

COSMOARMONÍA Parte1

Teniendo en cuenta que si vemos una estrella a mil milloncitos de años luz la estamos viendo tal como era hace mil millones de años, entonces podremos deducir la posición de cada estrella en el momento en que emitió la luz que estamos recibiendo en este instante. Tomando ahora el desplazamiento al rojo del espectro lumínico de la estrella podremos calcular también a qué velocidad se estaba alejando en ese momento y, haciendo unos cálculos se podrá deducir si las galaxias más lejanas y por tanto más antiguas se desplazaban más o menos rápido. Lo que el sapiens sapiens logra saber así es, si el universo se está frenando y, de hacerlo, en que proporción. Pero el resultado de esta astromatemática, sin embargo, fue toda una sorpresa. No sólo demuestra que la expansión del universo no se está frenando, es que a partir de los datos y cálculos realizados, se deducía que ni siquiera es constante. Al contrario, da la impresión de que el universo se expande cada vez más rápido. (Un exceso de velocidad podría traerle consecuencias al Jefe, de retirada de licencia, si el avezado político de tráfico ve la manera de sancionarle). Con los supuestos admitidos actualmente por la ciencia, este fenómeno no tenía explicación,

de ahí que desde entonces los astrofísicos están intentando elaborar nuevas teorías que lo expliquen. Por otra parte, las eminentes lumbreras del pensamiento “seguro” no cesan de escandalizarse y critican al “pobre diablo de provisionalidad” (científica), pero es que la otra ciencia del “bien y del mal” paradisíaca, es un privilegio del que solo pueden gozar en licencia socioelitista, unos cuantos sabelotodos academicistas (la peor de sus ignorancias es no saber lo mucho que ignoran)

Una de las más válidas teorías de verosimilitud científica, es que hay una quinta fuerza, aparte de las cuatro conocidas, que funciona de forma similar a la gravedad pero con una intensidad mucho menor y generando una repulsión entre todas las masas del universo. Sería en suma como UNA SOLA DIRECCIÓN, que es la que marca el Centrado de Unidad Expansiva Universal, y a partir de ahí un DUAL PULSO que anima a todo energéticamente manifiesto, sobre todo ante los “ojos, oídos o gusto” del humano observador.

Ahora falta levantar la serpiente de ese “paraíso aguardado de los tiempos, del que un día nos autoexpulsamos a juicio”: (no comáis del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque si lo hacéis moriréis). Algunos hemos probado a no comerlo, y ¡y vive Dios! Que al parecer ya vamos gozando de una suficiente inmortalidad. Todo debido al abandono de los juicios, mientras damos la bienvenida al conocimiento.

1.) desde el la mente que sencillamente discierne (0 – 1)

2.) desde es desarrollo conjunto inteligencia – emoción en un adecuado valor de especie (abandonando paradigmas, predeterminaciones y creencias)

3.) Potenciando Consciencia que observe en paz el Universo, sin que por ello se pierda nadas o nos enfrentemos a nada, o tampoco ganemos otra cosa que conocimiento.

Quizá todo sea tan sencillo como LEVANTAR LA ONDA ENERGÉTICA SERPENTIFORME, pero desde la NATURAL E INOCENTE VIÁ DEL CONOCIMIENTO, evidente, inteligible, espontáneo y capaz. Hasta humilde y no pretencioso.

En la doble polaridad pulsátil, que observamos, todo cambia. Ni siquiera la Velocidad de la Luz no debería haber sido constante a lo largo de la historia del universo, sino que iría decreciendo mientras éste vaya haciendo más viejo. Y esto explicaría el sorprendente fenómeno de que la expansión del universo parece estar acelerándose.
De hecho, según las conclusiones de esta teoría, el universo se expande a velocidad constante, ni se frena ni acelera. La velocidad de la luz disminuye con el tiempo a un ritmo demasiado leve para ser detectado, pero sí suficiente para alterar nuestra percepción de la distancia y la velocidad de alejamiento de las galaxias que emitieron su luz hacia nosotros hace miles de millones de años.

Imaginemos un estanque en calma.


En él podemos distinguir varias partes con distintas características, como la masa de terreno en el que descansa el estanque, la masa de agua que lo compone y la masa de aire que hay por encima. El aire, la tierra y el agua ocupan tres espacios tridimensionales adyacentes y distintos, con diferentes estructuras y propiedades.

En las zonas de contacto entre estas masas podemos distinguir varias membranas de contacto. Entre el aire y el agua hay una superficie plana, un espacio bidimensional con una estructura y propiedades diferentes a las del agua que hay por debajo y el aire que hay por encima. Igualmente, entre el agua y la tierra hay también una membrana de fango, una superficie de contacto que tiene propiedades distintas a las del agua y la tierra. Es otro espacio bidimensional, pero sus propiedades serán totalmente distintas a las del espacio bidimensional que conforma la superficie del agua.

Por otro lado, la orilla del estanque es la zona de confluencia de las tres masas: aire, tierra y agua, o de las tres membranas de separación entre ellas. La orilla del estanque, en fin, es un espacio unidimensional, la intersección entre tres espacios diferentes y con unas propiedades también distintas a las de las tres masas que delimitan espacios y características.

Prescindamos de lo demás por ahora, y quedémonos sólo con la superficie del estanque.

La superficie de un estanque como un hipotético espacio bidimensional, un plano que se extiende hasta dar la vuelta y tocarse por el otro punto.

Supongamos que en este estanque, en un punto cualquiera se produce una perturbación. La perturbación en un punto del estanque se transmite a los puntos adyacentes generando una onda que se aleja a la misma velocidad en todas las direcciones del espacio bidimensional, dando lugar a una ondulación circular que se va alejando a velocidad constante del punto de origen de la perturbación.


Prescindamos de lo demás por ahora, y quedémonos sólo con la superficie del estanque.

La superficie de un estanque como un hipotético espacio bidimensional, un plano que se extiende hasta dar la vuelta y tocarse por el otro punto.

Supongamos que en este estanque, en un punto cualquiera se produce una perturbación. La perturbación en un punto del estanque se transmite a los puntos adyacentes generando una onda que se aleja a la misma velocidad en todas las direcciones del espacio bidimensional, dando lugar a una ondulación circular que se va alejando a velocidad constante del punto de origen de la perturbación.

La cantidad de energía de esta perturbación sería constante a lo largo del tiempo, e igual a la energía de toda la onda. Pero como la onda forma una circunferencia cada vez más grande la cantidad de energía por cada centímetro de onda será cada vez menor. Es decir, la onda se va haciendo cada vez más débil. La velocidad a la que decae la energía por cada metro de frente de onda es constante. Por decirlo de otra forma más querida por los físicos, la cantidad de energía por cada metro lineal de una onda es inversamente proporcional al tiempo transcurrido.

Observemos detenidamente un frente de onda: las ondas de la piedra que arrojamos al estanque.


Cualquier punto de la superficie del estanque permanece estático, sin energía. Es como un náufrago flotando en la superficie de un mar en calma.

De repente, al llegar la onda, el punto sufre una oscilación, alzándose y descendiendo mientras la onda lo atraviesa. Después, cuando la onda ha pasado de largo, el punto vuelve a su posición original, de nuevo estático y sin energía.


El náufrago, que está flotando en medio de un mar en calma, de repente siente que se alza sobre la posición que ocupaba y a continuación vuelve a descender. Una vez pasada la ola, el náufrago vuelve a su desamparada situación anterior.

Pero no nos centremos en el punto, fijémonos en la onda. No nos centremos en el náufrago, sino en la ola.

La ola avanza a una velocidad constante y mientras no encuentre un obstáculo inmóvil e inamovible, como una costa o un fondo marino, no alterará su avance. Ni siquiera un náufrago, que para la ola será un suceso efímero, alterará sus características fundamentales. La ola en sí, no solo comparte algunas de las características del agua y del aire a través de las que viaja, también incorpora algunas propiedades emergentes, propiedades que no tienen ni el agua ni el aire, ni siquiera el resto de la superficie del estanque, sino que solo afectan a la misma ola.

Un surfista, colocándose en un punto determinado de la ola, en una posición determinada, podría avanzar con el frente de onda, avanzando en la misma dirección de la ola o con desplazamientos laterales a la izquierda o a la derecha. Su velocidad máxima, dentro de la ola, está limitada por las características de la misma. Si la ola es muy alta podrá ser bastante grande, si la ola es más baja el surfista solo podrá viajar por la ola a bajas velocidades y si la ola es demasiado baja el surfista ni siquiera podrá permanecer en la ola. Si en vez de un surfista hay cientos en toda la ola, conforme la ola, una circunferencia, no lo olvidemos, avanza, la circunferencia se hace más larga y los surfistas se alejan unos de otros. Mientras más alejados estén dos surfistas, a más velocidad parecerán alejarse entre sí. Como la velocidad de los surfistas está limitada por las características de la ola, un surfista podría desplazarse hacia alguno de sus vecinos, pero por muy rápido que viaje los surfistas más alejados se alejarán siempre a una velocidad mayor a la que el surfista puede adquirir. Al mismo tiempo, cuando un surfista viaja por la ola, su movimiento provoca perturbaciones en la superficie del mar y también en la superficie de la ola. Ondas menores dentro de la onda principal. Las ondulaciones generadas por el surfista viajan también a una velocidad determinada y cuando se cruzan con otro surfista o con las ondulaciones generadas por otro surfista pueden interferir y modificar su avance.

Conforme la ola avanza, su circunferencia se hace más grande, la energía total de toda la ola es siempre la misma, pero la densidad de energía por metro es menor, así que la ola será más pequeña y la velocidad máxima de desplazamiento de los surfistas irá disminuyendo. La ola en sí es también un universo, un espacio de una sola dimensión en la que ciertas estructuras pueden desplazarse a la derecha o a la izquierda. Este universo unidimensional está curvado alrededor de un punto situado en una segunda dimensión, el punto de origen de la onda. Los entes que viven en la onda son afectados principalmente por otros entes que se encuentran en la misma onda y si entre esos entes surgieran entes capaces de reproducirse y evolucionar, la selección natural les daría sentidos para observar su entorno, el entorno que puede afectar a sus posibilidades de supervivencia, por lo que sus sentidos les permitirían ver a los surfistas vecinos, pero no tendrían (porque no tendrían ninguna utilidad), sentidos para mirar a través de las otras dimensiones del espacio. Incluso sus mentes, sus cerebros, estarían adaptados a resolver problemas de física espacial unidimensional, no podrían visualizar, ni imaginar siquiera, un universo bidimensional.


Expresémoslo ahora paralelamente, para darnos una idea de qué ocurre en una unidad de pensamiento: una onda básica de pensamiento que incide intencionadamente ( o mecánicamente) en la quietud del mar del no pensamiento contenedor de todas las estructuras de experiencias que alientan posibilidades. Imaginemos una hipotética mente en calma que no emite pensamiento alguno.

En ella podríamos distinguir varias partes con distintas características, como 1.) la masa material del cerebro, que entre otras cosas sirve de impulsor o desencadenante del efecto, 2.) la masa de las partículas que en la onda viajan, que componen un conjunto emisor y 3.) la masa de aire que ha de ir atravesando. El el elemento aire, el elemento tierra, el elemento agua vital, y el elemento fuego impulsor, ocupan espacios tri o tetra dimensionales adyacentes y distintos, con diferentes estructuras y propiedades, pero que todos intervienen en la génesis y emisión de la onda de pensamiento.

En las zonas de contacto entre estas masas podemos distinguir como unas diferencias de campo, unas virtuales membranas de contacto. En principio se le entiende como espacios bidimensionales, pero sus propiedades serán totalmente distintas a las del espacio bidimensional que conforman lo expansivo.

Por otro lado, el objetivo o estructura física de llegada de ese pensamiento (la otra orilla) confluirían también la interacción de las de los cuatro elementos participantes y de su distinción característica entre ellos. El espacio – tiempo receptivo de la onda intencionada, es en fin, otro lugar del espacio – tiempo que se suele pensar como unidimensional, pero que la sencilla intersección entre tres planos diferentes (ya lo hace tridimensional) y con el tiempo añadido, las dimensiones ya van aumentando su complejidad.

Centrémonos ahora solamente en la onda de pensamiento.

Supongamos que en este quieto estanque espacial, en un punto cualquiera se produce una perturbación. La perturbación en un punto del estanque se transmite a los puntos adyacentes generando una onda que se aleja a la misma velocidad en todas las direcciones del espacio, dando lugar a una ondulación circular que se va alejando a velocidad constante del punto de origen de la perturbación (pensamiento particular que lo atraviesa).

La cantidad de energía de esta perturbación es constante a lo largo del tiempo, y será igual a la energía de toda la onda, pero como la onda forma unos círculos cada vez más grandes la cantidad de energía por cada centímetro de onda será cada vez menor. Es decir, la onda de pensamiento, se va haciendo cada vez más débil. La velocidad a la que decae la energía por cada metro de frente de onda va a ser constante. Por decirlo de otra forma más querida por los físicos, la cantidad de energía por cada metro lineal de una onda es inversamente proporcional al tiempo transcurrido.

Observemos detenidamente ese frente de onda del estanque.

Cualquier punto de la superficie del estanque que permaneciese estático, sin energía, sería como una partícula o corcho flotando en la superficie de un mar en calma.

De repente, al llegar la onda, el punto sufre una oscilación, alzándose y descendiendo mientras la onda lo atraviesa. Después, cuando la onda ha pasado

de largo, el punto vuelve a su posición original, de nuevo estático y sin energía.

Lo inerte, que estuviese flotando en medio de un mar en calma, de repente siente que se alza sobre la posición que ocupaba y a continuación vuelve a descender. Una vez pasada la ola, la partícula flotante, volvería a su armónica situación anterior.

Ahora vamos a dejar de centrarnos en la partícula, y atendamos a la onda, fijémonos en la onda expansiva mensajera del pensamiento. (No nos centremos en lo que flota en la ola, sino en la ola misma.)

La ola pensamiento avanza a una velocidad constante y mientras no encuentre un obstáculo inmóvil e inamovible, como una costa o un fondo marino, un muro… no alterará su avance. Ni siquiera el corcho de la partícula que flota (que para la ola será un suceso efímero), alterará sus características fundamentales. La ola pensamiento en sí, está constantemente compartiendo algunas de las características del medio por donde se desplaza, y a través de las que viaja. También incorpora algunas propiedades distintivas y características. Propiedades que extiende a los elementos de la materia (inteligencia), y que, no solo afectan a la misma ola y a su contenido, sino al resto de estructuras con las que comparte tal experiencia expansiva.


Una información particular intencionada, que opta por colocarse en un punto determinado de la ola, en una posición determinada, podría avanzar con el frente de onda, progresando en la misma dirección de la ola o con desplazamientos laterales adicionales a la izquierda o a la derecha. Su velocidad máxima, dentro de la ola, está limitada por las características de la misma. Si la ola es muy alta podrá ser bastante grande, si la ola es más baja, el pensamiento puntual surfista solo podrá viajar por la ola a bajas velocidades y si la ola es demasiado baja, entonces ni siquiera podrá permanecer en la ola: decae, se inactiva

Si en vez de un pensamiento hay cientos en toda la ola, en la medida en que la ola avanza, lo circular se hace más largo o extenso y los pensamientos entonces, se alejan unos de otros. Mientras más alejados estén dos pensamientos, a más velocidad parecerán alejarse entre sí. Como la velocidad de los pensamientos viajeros está limitada por las características de la ola, un pensamiento surfista navegante, podría desplazarse hacia alguno de sus vecinos, pero por muy rápido que viajase, los otros surfistas más alejados también se alejarán siempre a una velocidad mayor (círculos mayores) a la que ese concreto pensamiento puede adquirir. Al mismo tiempo, cuando un pensamiento viaja por la ola, su movimiento material provocará perturbaciones en la superficie del mar, así como también en la superficie de la ola. (ondas menores dentro de la onda principal) Las ondulaciones generadas por el pensamiento que atraviesa el espacio – tiempo, viajan también a una velocidad determinada y cuando se cruzan con otra onda de pensamiento o con las ondulaciones generadas por otro campo de pensamientos pueden interferir y modificar su avance.


Conforme la ola avanza, su circunferencia se hace más grande, la energía total de toda la ola es siempre la misma, pero la densidad de energía por metro es menor, así que la ola será más pequeña y la velocidad máxima de desplazamiento de los pensamientos irían disminuyendo.

La ola en sí, es también un micro universo, un espacio de unas dimensiones reducidas en la que ciertas estructuras pueden desplazarse a la derecha o ala izquierda. Este universo unidimensional está curvado alrededor de un punto situado en una segunda dimensión, el punto de origen de la onda.

Los entes que viven en la onda son afectados principalmente por otros entes que se encuentran en la misma onda y si entre esos entes surgieran entes capaces de reproducirse y evolucionar, la selección natural les daría sentidos para observar su entorno, el entorno que puede afectar a sus posibilidades de supervivencia, por lo que sus sentidos les permitirían ver a los surfistas vecinos, pero no tendrían (porque no tendrían ninguna utilidad) sentidos para mirar a través de las otras dimensiones del espacio. Incluso sus mentes, sus cerebros, estarían adaptados a resolver problemas de física espacial picodimensional, no podrían visualizar, ni imaginar siquiera, un universo multidimensional.


Dr Uno

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